segunda-feira, 9 de abril de 2018

Um Homem Não Pode Ser Livre Se tem Fome


“La Revolución cubana –dice- tiene sus propios ideales. Creemos fuertemente en ideales de libertad, derechos humanos y justicia social. Pero la libertad es imposible si millones de personas no saben ni leer ni escribir. Un hombre no puede ser libre si tiene hambre.”

Ante una pregunta que revela el signo de desconfianza en Washington, el Primer Ministro responde cortante: “La Revolución es la misma en el poder que en la Sierra. Nunca hemos hecho concesiones”, aunque amablemente, poco antes de finalizar, lanza una invitación que sería el leitmotiv del viaje de Fidel Castro a Estados Unidos en 1959: “Vayan a Cuba y conozcan la verdad por ustedes mismos”.


Fidel en Harvard: “Vayan a Cuba y conozcan la verdad por ustedes mismos”

Por Rosa Miriam Elizalde
Fidel habla a los estudiantes de la Universidad de Harvard.
Foto: Revolución
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La mayoría de los periodistas experimentados no están interesados en trabajar fuera de horario, recuerda Ellis Smith, y el encuentro de Fidel con los estudiantes se programa para las nueve de la noche, una hora de infarto de los cierres de los periódicos y los noticieros televisivos.  “Debido además a que era sábado – un sábado de abril justo antes de la época de exámenes – no encontraban suficiente personal para cubrir el evento. Me ofrecí, aceptaron, y me dieron una cámara para tomar las fotos. Me coloqué el pase de prensa amarillo alrededor de mi cuello – credencial que poseo todavía – y que es como de oro para mí”, añade.
El presidente de Harvard, Nathan Pusey, ya había anunciado que iba a estar fuera de la ciudad ese fin de semana, evitando así tomar la decisión difícil de asistir al discurso e introducir al revolucionario recibido en Washington con “cauteloso escepticismo crítico”, como ha denominado el investigador Carlos Alzugaray la actitud adoptada hacia Cuba por los funcionarios de EEUU tras el triunfo del Primero de Enero de 1959. “Poco después del viaje de Castro, el Harvard Crimson demostró que Pusey, de hecho, no había estado fuera de la ciudad”, asegura Robert Ellis Smith.

 Fidel Castro habla en Harvard, el 25 de abril de 1959. Sentado,
el primero junto al balcón El Decano de la Facultad de Derecho,
McGeorge Bundy. Foto: Archivo de Harvard.

La distanciada actitud del gobierno contrasta con la cálida expectativa de los estudiantes. A pesar de la hora en una región de primaveras frías como Nueva Inglaterra, son tantos los interesados que el encuentro se convoca para un lugar donde caben multitudes: las áreas del estadio de Harvard. Algunos reparan en que aquí están los edificios más antiguos de la casa de estudios, con nichos oscuros y gigantescas columnas que no resultan el lugar más seguro para quien llega precedido por amenazas de muerte de los batistianos en Estados Unidos. Pero no aparece mejor opción que el descampado frente al Dillon Field House, donde se ubican finalmente las diez mil sillas para los estudiantes y profesores que pagan por asistir. El balcón posee una plataforma ideal para un invitado de alto calibre, con su techo elegante en el que sobresale una torre con un reloj inglés y el escudo de la universidad dominado por las tres sílabas del lema –veritas, que es verdad en latín-. Está a pocos pasos del estadio y del río Charles, y a menos de un kilómetro del campus principal en Cambridge.
“Era una noche suave y clara”, evoca hoy el veterano abogado y escritor, que ha publicado parte de estas memorias en el diario digital Havana Journal. Fidel asciende a una tribuna elevadísima, a unos 20 pies del suelo. Las palabras de presentación se oyen nítidas. No tarda en decir que se encuentra incómodo tan lejos del público, y que él, que nunca habla desde tan alto, también ahora comprende por qué las luces de frente suelen ser un instrumento de tortura para arrancar confesiones. El público aplaude, y lo hará muchas veces durante las próximas dos horas. Alguien repara en que el Primer Ministro solo tiene puesto su traje de campaña y le acerca una chaqueta que viene a tono con su uniforme guerrillero.

“No puedo decir que yo recuerdo mucho de lo que él dijo allí. Lo que sí recuerdo es que la mayoría de los estudiantes después de la charla manifestaron curiosidad hacia Cuba y un vago apoyo al nuevo líder cubano”, y añade: “Pero yo estaba seducido por este hombre”.

Los diarios de Boston, al día siguiente, son exhaustivos con las palabras de Fidel, quien ha contado que 11 años antes había visitado esta universidad para conocer el programa sobre materias económicas: “No realicé mi sueño de venir aquí, pero quiero agradecer a esta universidad el haber estudiado mucho para poder entrar aquí”. El cubano diferencia claramente la democracia práctica, de la teórica que esgrimen muchos que no son verdaderamente demócratas: “La Revolución cubana –dice- tiene sus propios ideales. Creemos fuertemente en ideales de libertad, derechos humanos y justicia social. Pero la libertad es imposible si millones de personas no saben ni leer ni escribir. Un hombre no puede ser libre si tiene hambre.”

Ante una pregunta que revela el signo de desconfianza en Washington, el Primer Ministro responde cortante: “La Revolución es la misma en el poder que en la Sierra. Nunca hemos hecho concesiones”, aunque amablemente, poco antes de finalizar, lanza una invitación que sería el leitmotiv del viaje de Fidel Castro a Estados Unidos en 1959: “Vayan a Cuba y conozcan la verdad por ustedes mismos”.

(...) (a íntegra aqui)

sobre a autora: Periodista cubana. Vicepresidenta de la UPEC y la FELAP. Es Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros “Antes de que se me olvide”, “Jineteros en La Habana”, “Clic Internet” y “Chávez Nuestro”, entre otros. Ha recibido en varias ocasiones el Premio Nacional de Periodismo “Juan Gualberto Gómez” En twitter: @elizalderosa

fonte: http://www.cubadebate.cu/fotorreportajes/2015/08/13/fidel-en-harvard-vayan-a-cuba-y-conozcan-la-verdad-por-ustedes-mismos/#.WstR7uSG_cd

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